INTERVENCIÓN DE J. RAMOS-HORTA EN LA CUMBRE DE
PREMIOS NOBEL DE LA PAZ
BOGOTA, 2 AL 5 DE FEBRERO DE 2017
Sr. Presidente Juan Manuel Santos,
Señores Presidentes,
Señor Alcalde Mayor de Bogotá,
Estimados Premios Nobel de la Paz,
Estimados Miembros del Gobierno y Miembros del Congreso,
Distinguidos Embajadores y Representantes de las Organizaciones
Multilaterales y Regionales,
Estimada Presidente de la Cámara de Comercio de Bogotá y Secretariado
Permanente de los Premios Nobel, organizadores de la Cumbre.
Hace casi 20 años que por la primera vez estuve en suelo Colombiano
cuando mis servicios fueran solicitados por UNICEF y amigos de la
sociedad civil Colombiana para dialogar con el ELN y intentar la liberación
de 15 rehenes jóvenes. Fue una experiencia muy rica la cual me introdujo
un poco en la realidad de Colombia y, positiva porque logramos que las
niñas fueran liberadas sin pagar ninguna clase de rescate. Vuelvo 20 años
después a un País muy diferente, las armas han callado, la Paz ahora es
una posibilidad real.
Hermanos colombianos, son ustedes los que van a construir su propio
modelo de reconciliación y de justicia. La paz tiene que ser construida
paso a paso, ladrillo a ladrillo, en el hogar, en comunidades, escuelas y en
toda la nación. No hay atajos para la paz, se debe ser determinados y
pacientes.
Sé cuán difícil es perdonar y reconciliarse con aquellos que asesinaron a
nuestros hermanos, violaron a nuestras hermanas, torturaron a nuestros
parientes, desaparecieron a nuestros hijos. Es cierto. Cuanto más tiempo
dure un conflicto, más profundas serán las cicatrices del alma y, por lo
tanto, más difícil será borrar las pesadillas, los recuerdos, el dolor y todo
aquello que vimos, que sentimos. Y no hay otra manera: tenemos que
continuar con la vida, reconstruirnos y esto no lo podemos hacer si
estamos obsesionados con el deseo de venganza o consumidos por la ira.
Esta es una oportunidad única para que la paz sea una realidad en
Colombia luego de más de 50 años de conflicto. Y, a quienes no
comparten lo definido en los Acuerdos, les pido que le den un tiempo de
gracia, luego podrán empezar a ver, a sentir las bondades de lo que
significa vivir en paz.
En Timor-Leste, tuvimos una experiencia diferente. En primer lugar, el
conflicto no fue una guerra civil entre hermanos. Fue una invasión y
ocupación de 24 años por una fuerza exterior. Pero hubo la complicidad
activa de muchos de nuestros compatriotas. Por eso el proceso de paz y la
reconciliación fue diferente. Fue una reconciliación entre la mayoría que
venció la batalla política y diplomática y logró la independencia de nuestro
País y la minoría que colaboró con el poder ocupante. Y al mismo tiempo,
sin reservas, el liderazgo Timorense optó por el diálogo, la reconciliación y
normalización de las relaciones con Indonesia.
Así que para aquellos en Colombia que no confían en el proceso de paz,
les digo: es comprensible. No se puede esperar que todos los habitantes
de un país se sientan de la misma manera, no todos han sentido la guerra
con la misma intensidad. No todos han sido víctimas directas del conflicto.
Conocemos que todos los presidentes, en estos más de 50 años de
conflicto, buscaron por todos los medios terminar con la guerra. Algunas
veces se avanzó, otras no tanto. Este gobierno lo logró y habiendo sido el
ideal de todos los anteriores gobernantes, el camino noble a seguir es
respaldar este proceso.
Es entendible que no todos los acuerdos puedan quedar bien diseñados,
pero ¿se imaginan lo que sería lograr la bendición de 50 millones de
colombianos? Hablar de reconciliación después de tantos sufrimientos es
algo que parece impensable y esto es normal.
Por eso la petición de nosotros aquí reunidos y de toda la comunidad
internacional que ha acompañado y seguirá acompañando este proceso,
es que nos demos la oportunidad de disfrutarla, con todos los tropiezos
que pueda encontrar, es normal, es obra de humanos, pero deben
entender que en esto ha prevalecido la buena fe y mucha voluntad.
Si se necesitó coraje para hacer la guerra, también se necesita para lograr
la paz. Por eso nuestras felicitaciones muy sinceras al pueblo Colombiano,
al Presidente Santos por su visión y determinación y a todos sus
colaboradores. Felicitaciones a los líderes de las FARC que con coraje
aceptaron el desafío de la paz. Y no olvidemos a las naciones que
acompañaron y respaldaron este proceso complejo y exitoso.
JOSÉ RAMOS-HORTA PREMIO NOBEL DE PAZ 1996